martes, 22 de agosto de 2017

Barcelona y la ética periodística

Con la investigación del atentado de Barcelona ya finalizada (se dan por muertos a ocho integrantes, más cuatro detenidos), es tiempo de hacer balance también de cómo ha respondido la sociedad. Manifestaciones como la de hoy por parte de la comunidad musulmana o la del mismo viernes al grito de "No tenim por" nos muestran que, aun haber vivido el horror del terrorismo, la sociedad catalana es una sociedad cohesionada y con unos valores democráticos muy rígidos. 

Cabe destacar que, dentro del magnífico trabajo que han realizado tanto los Mossos d'Esquadra como las instituciones catalanas  (a nivel global, y en especial en el ámbito comunicativo, que es lo que nos atañe), desde el primer momento se recomendó tanto a la población como a los medios de comunicación que no difundieran imágenes o vídeos que pudieran herir la sensibilidad de las familias.  

Pero, ¿cómo ha respondido la prensa? 
En todo atentado es muy fácil dejarse guiar por el 'amarillismo'. Este término se acuñó a finales del siglo XIX para definir de forma despectiva aquel tipo de periodismo basado en el sensacionalismo, en la búsqueda de grandes titulares y de situaciones morbosas para aumentar las ventas



¿Era necesaria la portada de ElPaís, ElMundo o La Vanguardia  al día siguiente del atentado? ¿Hasta qué punto sacar una fotografía con un cadáver es un ataque a la intimidad de las víctimas?
Es una lástima que periódicos españoles con una gran tradición a sus espaldas (tanto El País como El Mundo, los que estamos analizando en este caso - hay más-) y que han sido referentes del periodismo en lengua castellana se dejen llevar por el morbo, la inmediatez y la cultura del "click".



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