Internet y las nuevas plataformas on demand han revolucionado los barómetros de audiencias. Si bien antes era sencillo calcular el share que tenía cada programa en la televisión, la tecnología ha fragmentado a los espectadores: hay más contenido en más canales y sobre todo, ya no hay una única plataforma de visionado.
Así, los servicios streaming han permitido al usuario ver el contenido que le apetece en el momento que le apetece: lo han hecho propietario de su propia parrilla de contenidos. El tener que esperar una semana a que saliera el nuevo capítulo suena ya a siglo XX.
Plataformas como Amazon o Netflix no sólo han alterado la visión temporal de la televisión, sino que han penetrado en el mercado como ningún otro sistema tecnológico a lo largo de la historia de la televisión. A principios del año pasado, los países que aún vetaban a Netflix se podían contar con los dedos de las manos (Siria, Crimea, Corea del Norte y China).
Además que estas mismas compañías hayan integrado el negocio de la creación, la producción y la distribución en una sola cadena de montaje ha permitido una mayor flexibilidad tanto de contenidos como en originalidad.
Netflix ha revoluciado el mundo audiovisual |
Por último, estas plataformas están ganando una guerra que todo el mundo había dado por perdida: la piratería digital. Aquello que las discográficas (en el caso de la música) o las productoras (sector audiovisual) no habían conseguido superar, plataformas como YOMVI (Movistar), HBO o Netflix han barrido gracias a un cambio en la política de producto: unos precios asequibles (lo que valía hace una década una película, vale ahora un mes de suscripción a una plataforma) y una reducción de costes (el usuario sólo necesita Internet).
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