lunes, 21 de julio de 2014

La descalificación como herramienta comunicativa


Cada vez se usa más la descalificación como herramienta comunicativa. El objetivo es perjudicar al oponente, menoscabando su imagen, mensaje, producto o servicio con un mensaje mal intencionado y sin fundamento. Quien usa este tipo de método piensa que así conseguirá deteriorar ante la opinión pública al "contrincante" y que él saldrá beneficiado. Pero, a mí entender, el resultado final no es este. Y no debemos confundir las críticas, cuya finalidad es hundir, con la crítica positiva, que siempre busca mejorar.

Descalificar a la competencia sólo sirve para que la imagen propia sea negativa, dando a entender que la única manera que tenemos de destacar en el mercado es degradando a nuestras empresas competidoras. ¿Y quién quiere comprar un producto o servicio que públicamente es negativo? Pues poca gente, la verdad.

Para destacar hay herramientas más útiles y asociadas a conceptos positivos: como la argumentación, destacar nuestros puntos fuertes o aquellos atributos que nos hacen diferentes, asociar nuestra marca a eventos sociales, de ayuda o deportivos, potenciar la RSC (Responsabilidad Social Corporativa), generar contenidos de interés informativo sobre nuestro sector (estudios, informes, entrevistas, etc.), contratar caras famosas, etc.

Pero, siempre hay empresas que basan su estrategia comunicativa en bombardear a los otros, para quedar ellos invictos. Este hecho se da mucho en política. En el Congreso de los Diputados se oyen más descalificativos, a veces, que propuestas constructivas para mejorar la vida de los ciudadanos.

Tampoco olvidemos que criticar se asocia con conceptos tales como la envidia, la mediocridad, la frustración, la envidia o la avaricia, entre otros.



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